domingo, 16 de septiembre de 2012

El mar de tinta. La revista literaria digital, analítica y plural

Para los amantes del estudio del psiquismo será muy interesante seguir la evolución de esta prometedora obra (...). Una cosa está clara: acabe como acabe este viaje, sin duda el camino habrá sido provechoso. José Camilo Vázquez

Viaje a la complejidad (I). Del Big Bang al origen de la vida

Por: José Camilo Vázquez
Publicado en: Ciencia y divulgación
 
La editorial Biblioteca Nueva publica el primero de los cuatro tomos proyectados para esta ambiciosa obra científica dirigida por los doctores Caparrós y Cruz Roche. Su objetivo, recopilar los avances más recientes en diferentes disciplinas e integrarlas en el incipiente paradigma de la Complejidad.
Nicolás Caparrós y Rafael Cruz Roche son médicos, psiquiatras y psicoanalistas. Ambos ocuparon la jefatura del servicio de psiquiatría del Hospital Psiquiátrico Nacional de Leganés. Ahora se embarcan en un viaje intelectual que se inicia en las esquivas propiedades de las partículas subatómicas para continuar hasta el punto en que éstas llegan a conformar el concierto de materia que llamamos vida.
¿Qué motivos impulsan a dos especialistas en salud mental a darse un chapuzón de ciencias “duras” en compañía de matemáticos o físicos? Con evidente espíritu ilustrado ambos psiquiatras se proponen abrir camino a una forma diferente de entender el origen y funcionamiento de la mente humana. Pero para ello será necesario comenzar por el principio, ascendiendo desde lo fundamental a lo más complejo.
Cada tomo de la obra nos invita a revisitar uno de los diferentes niveles de integración de la realidad (físico, biológico, psicológico y social) empleando como nexo común a todos ellos el creciente conocimiento de los sistemas dinámicos no lineales. Se trata -y no es tarea fácil- de acompasar un sector amplio de la ciencia al ritmo de algunas disciplinas que ya van abrazando desde hace décadas esta nueva cosmovisión.
La larga sombra de Galileo
Un paradigma científico es un modelo teórico que nos permite elaborar preguntas y respuestas en torno al funcionamiento del mundo. Durante largo tiempo el modelo funciona y éste rige la actividad de la comunidad científica, generando conocimiento. Cuando una pregunta arroja respuestas extrañas o incongruentes con el modelo éstas son, por lo general, desechadas. Pero si las preguntas incómodas se suceden y los resultados descartados se van acumulando el modelo puede entrar en crisis.
A finales del S. XIX el edificio del conocimiento científico estaba prácticamente rematado gracias a la solidez de unos cimientos firmemente establecidos por Isaac Newton doscientos años atrás. A cada fuerza le seguía una reacción. A cada efecto le precedía una causa. El Universo podía conocerse y calcularse mientras uno se armara de paciencia y herramientas apropiadas. Correspondía a ese periodo el conocido como paradigma mecanicista o Newtoniano, cuyo recorrido se puede rastrear desde el primer científico moderno, Galileo Galilei, hasta los empiristas y positivistas decimonónicos.
Pero este modo de hacer ciencia comenzó a venirse abajo de la forma más inesperada. Una inexplicable anomalía en las mediciones de la órbita de Mercurio dio pie al advenimiento de las Teorías de la Relatividad. Su posterior desarrollo y la aparición de la mecánica cuántica alteraron de forma definitiva muchos de los conceptos fundamentales de aquel modelo, que quedó progresivamente arrinconado. Comenzó una etapa apasionante seguida de descubrimientos insospechados hasta entonces, si bien al precio de abandonar la reconfortante calidez de un mundo predecible. Las expectativas en torno a nuestras posibilidades de conocimiento se fueron enfriando al arrullo de nuevas palabras como incertidumbre, incompletitud, caos o probabilidad. El mundo determinista y lineal de Galileo, Newton y Laplace pasó de la noche a la mañana a encontrarse como el famoso gato de la paradoja de Schrödinger: ni vivo ni muerto, sino todo lo contrario.
Mariposas, bifurcaciones y catástrofes
Hoy podemos afirmar que, hasta cierto punto, el paradigma de la complejidad se encuentra ya entre nosotros, sin que quepa marcha atrás. Desde que Jeff Goldblum interpretó al excéntrico matemático Ian Malcom en Jurassic Park (1993) no se nos hace raro escuchar y manejar (con más o menos acierto) términos como Teoría del Caos, Efecto Mariposa, relaciones no lineales o atractores extraños. Estos conceptos nacieron en el seno de diferentes ramas del saber, pero confluyen hoy en lo que podríamos denominar Ciencias de la Complejidad. Su objeto de estudio son los sistemas dinámicos no lineales, cuyas dos propiedades principales consisten en: presentar patrones de comportamiento identificables, al tiempo que poseen una evolución que resulta impredecible a largo plazo.
Como afirman los autores del libro, los sistemas dinámicos no lineales revelan realidades nuevas que encajan mejor con los problemas y preguntas de la ciencia actual. De ahí que hayan pasado a sustituir al antiguo modelo. Sin embargo todavía no existen leyes generales al respecto, sino tan solo aproximaciones parciales desde las disciplinas que han actuado como punta de lanza en su desarrollo. Huyendo de misticismos e interpretaciones más o menos new age este “Viaje a la complejidad” nos brinda una perspectiva introductoria muy valiosa a lo largo de sus primeros capítulos, esencialmente conceptuales e históricos. Gracias a ellos nos iremos familiarizando con la nueva terminología, así como con disciplinas fundadoras tales como la Cibernética, la Teoría General de los Sistemas, la Teoría de las Catástrofes o la Geometría Fractal, entre otras.
Tras este preámbulo de carácter general el texto pasa a abordar las principales ramas implicadas en el desarrollo del actual paradigma, que son las correspondientes a los niveles iniciales de organización de la materia, esto es: al nivel físico. A través de una recopilación de trabajos independientes de reputados expertos en su campo se va articulando una panorámica global, convenientemente compleja pero coherente. En ella se alterna la exposición histórica de determinados desarrollos conceptuales con pasajes destinados a reflejar el estado más actual de la cuestión. Las ocasionales redundancias y solapamientos temáticos ayudan al lector menos familiarizado a afianzar conceptos no siempre intuitivos, al tiempo que son el mejor reflejo de una nueva voluntad (también necesidad) de integración entre campos científicos dispares, que hasta ahora habían vivido ajenos a sus propias similitudes.
Una posible redención
Si encontramos un concepto recurrente a largo del libro ése es el concepto de emergente. Le sirve a sus autores para vertebrar los sucesivos niveles de integración, al tiempo que prepara el terreno para la llegada de uno de los emergentes más fascinantes que se han intentado estudiar hasta la fecha: la mente humana. Es a este fenómeno hipercomplejo al que podemos intuir que los directores de la obra van destinar su mayor empeño, constituyendo este primer tomo un asiento teórico bien orquestado, riguroso y de innegable interés científico, aunque supeditado a un objetivo más ambicioso que el meramente divulgativo.
No en vano, Caparrós se erige en defensor de un psicoanálisis vivo, vigente por derecho propio, el cual se propone renovar a partir de la reexploración de su ortodoxia esgrimiendo las nuevas preguntas que arroja el paradigma de la complejidad. Así, el objetivo general de la obra sería ofrecer una visión del psiquismo humano más acorde con nuestro nivel actual de conocimiento, en contraposición a las tendencias reduccionistas que todavía imperan en el corpus neurobiológico dominante, en la forma de un positivismo vestigial.
Así el psicoanálisis, caído en desgracia por ser considerado poco amigo del método científico, podría esperar encontrar en este nuevo paradigma un contexto que revalide su visión de la mente. Al tiempo que, incorporando herramientas apropiadas para abordar las redes de interrelaciones, pueda librarse de uno de los reproches más contundentes a su enfoque: su escasa vocación externalizadora, con énfasis casi absoluto en los procesos internos del individuo, en detrimento de la innegable relación con su entorno.
Desconocemos si esta obra conseguirá reclamar para el feudo psicoanalítico los avances que tan enriquecedora perspectiva pueda aportar al conocimiento de la mente humana. Para los amantes del estudio del psiquismo será muy interesante seguir la evolución de esta prometedora obra, de la que aún deberemos esperar otros tres tomos. Una cosa está clara: acabe como acabe este viaje, sin duda el camino habrá sido provechoso.
 
http://www.mardetinta.com/viaje-a-la-complejidad-i-del-big-bang-al-origen-de-la-vida/